Entrevistas
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¿Qué sucede cuando la ciencia, la justicia y el periodismo se cruzan? ¿Hablan el mismo idioma? ¿Qué pasa cuando una muestra de ADN mal interpretada, una pericia deficiente o una cobertura sensacionalista terminan pesando más que la presunción de inocencia?
El resultado, ya lo sabemos, son errores judiciales con consecuencias irreparables.
Inocentes: La ciencia forense en el laberinto judicial es un libro para contar cómo y por qué el sistema falla y ayudarnos a sentar las bases para pensar qué podemos hacer para repararlo.
Escrito por el periodista científico Pablo Esteban, en colaboración con Innocence Project Argentina y publicado por El Gato y La Caja, Inocentes presenta una investigación rigurosa sobre uno de los aspectos más críticos del sistema penal: la producción, interpretación y presentación de evidencia científica en los tribunales.
A través de crónicas, entrevistas y reflexiones, traza una radiografía del modo en que la ciencia puede ser mal utilizada por la justicia e incluso manipulada para sostener hipótesis preconcebidas. A la vez, propone un camino alternativo: un abordaje riguroso e interdisciplinario, sensible al impacto humano de cada decisión judicial.
Hablamos con parte del equipo editorial y con el autor para entender por qué contar estas historias es urgente, y qué se necesita para que la ciencia no sea una herramienta de condena injusta, sino una verdadera aliada de la justicia.
IPA: En primer lugar, nos gustaría entender mejor, ¿qué es El Gato y la Caja?
Juan Cruz Balián: Gato es un proyecto que nació en internet pero que fue creciendo, hoy tenemos una pata editorial muy grande. Básicamente lo que buscamos es generar impacto. Estamos hablando de impacto material, que se refleja mucho en los trabajos que hacemos con startups de biotecnología, con los intentos de influir en las políticas públicas, también impacto humano que tiene mucho que ver con la pata editorial y con lo que nosotros entendemos que la humanidad o la sociedad podría ser. También pensamos en impacto cultural, en la medida en la que pretendemos ser un actor que tenga un discurso que dialogue con otros que están circulando. Entonces, nuestra filosofía es ciencia y diseño para entender el mundo y darle forma.
Belén Kakefuku: En Gato pensamos el diseño como una lente para hacerle preguntas al mundo, pero también para transformarlo. Sobre todo en lo editorial, hay algo de la materialidad de los libros y de disputar el espacio físico que va también de la mano con una disputa por la atención de las personas. Desde ese lugar intentamos cuidar mucho la experiencia de los contenidos que ponemos en el mundo.
El diseño es una herramienta que tenemos para conversar con personas de distintas disciplinas. Pero es en esencia un gran lenguaje que nos interesa explorar y también compartir con el resto. Hay un gran valor ahí para nosotros.
IPA: Ustedes plantean fuertemente la idea de cruce de disciplinas, que es lo que se refleja también en el libro.
BK: En Gato somos personas de disciplinas muy diversas. La convivencia interdisciplinaria es una búsqueda y, muchas veces también, un desafío. Nos permite adentrarnos en mundos súper distintos a los que nuestra formación nos dio y aprender mucho de eso. El diseño funciona como herramienta de lenguaje común para todas esas disciplinas y creo que nos permite enriquecer el trabajo y, sobre todo, alcanzar una profundidad y complejidad que no sería posible de otra manera.
IPA: ¿Cómo llegamos a un libro como Inocentes?
JCB: Tenemos el interés de dar una batalla que es cultural, pero que también es material. Cambiar los sistemas productivos, los sistemas con los cuales nos relacionamos, los sistemas con los cuales nos organizamos en la sociedad civil y también nuestras experiencias. Entonces hay distintas escalas en las cuales vamos trabajando proyectos. Un libro que puede ser sobre salud mental, medicina, sobre drogas, sobre la experiencia consciente, todos proyectos más relacionados a lo individual. Y después tenemos libros que están orientados a entender sistemas mucho más grandes que nosotros.
Cada vez que abordamos un proyecto, este nos abre la puerta a preguntarnos otra cosa y eso hace que nazca otro proyecto. Ahora venimos de haber hecho “Clima”, un libro sobre cuáles son las condiciones materiales y los límites físicos, la forma en la que la humanidad está relacionándose con el mundo. También hicimos “La máquina ingobernable”, un libro sobre la historia del capitalismo. “Las ceremonias" es un libro de crónicas sobre personas que consumen drogas. Y “La suerte de tu lado” es un libro entre la crónica y el ensayo sobre el sistema de salud, abortos espontáneos y todo el derrotero que hizo una persona por sistemas de medicina alternativa antes de volver al sistema de salud.
Hoy, encarar un libro como Inocentes creo que es una herencia de eso y al mismo tiempo la apertura de un mundo en el cual todavía no habíamos dialogado mucho, que es el judicial.
Creo que lo que tiene este tema es que a nadie agarra por sorpresa. No hay que explicar por qué es importante. Todos conocemos un caso, vimos un par de documentales, tenemos algún conocido que pasó alguna experiencia cercana, seguimos algún caso resonante, consumimos un montón de ficción y sabemos que es un sistema frágil en muchos aspectos. Sabemos también que es algo que nos puede interpelar. Mañana te despertás y podés estar metido dentro de este laberinto judicial. Lo que trajo Pablo Esteban a la mesa es que no vamos a mirar este abismo aisladamente: vamos a mirar la interseccionalidad que hay entre el sistema judicial, la ciencia y el periodismo. Y cuando vimos el sistema en marcha, nosotros que somos fans de las perspectivas complejas, supimos que esto claramente estaba dentro de nuestras competencias, claramente es un libro Gato.
IPA: ¿Cómo creen que se va a relacionar el público de Gato con este nuevo libro y esta nueva temática?
BK: Creemos, por un lado, que nos va a abrir puertas a públicos que quizás no tenemos tan cerca como lo es el judicial, abogados, y también el periodismo. La ciencia es la parte que tenemos más cercana a la comunidad. Venimos pensando en el libro como un proyecto accesible. En ese sentido no hay un discurso de nicho desde el libro. Porque queremos abrirle las puertas de este sistema a tanta gente como sea posible.
JCB: Yo creo que es un gran primer libro sobre el tema. O sea, si no leíste nada al respecto empezaría por aquí.
IPA: Desde lo personal, cada uno de ustedes, ¿cómo sienten el libro?
BK: A mí me conmueve. Hay una relación en lo que pasa en Argentina con la justicia y sobre todo con las cuestiones de clase. Es duro, es difícil y me parece importante que exista un libro así.
El punto de más conmoción está en saber que hay personas trabajando por esclarecer tanto ruido y tanta rotura del sistema. Tiendo a creer que son como surcos que siempre están ahí, a pesar de que es muy difícil ese trabajo. Pero tiendo a ser un poco más optimista que pesimista. Y en ese sentido, este libro pisa fuerte en eso. Me pone contenta haber trabajado para que exista.
JCB: A mí me parece fascinante, hipnótico, la posibilidad de poder entrar a un mundo que suele tener las barreras demasiado infranqueables y tiene un montón de estrategias para que no puedas asomarte, hasta que no te queda otra y estás ahí adentro, y en ese momento tenés mucho en juego como para poder pensarlo.
Deja de ser un lugar completamente opaco. Y a mí me parece que eso es fundamental. Y también creo que es un libro relevante en el contexto en el que estamos en Argentina, un libro necesario. Uno puede ir desde lo más político y mediático de cómo funciona la justicia a partir del caso más resonante de Cristina Kirchner. Pero sin pasar por esa cuestión, tenés muchos casos muy cercanos que tienen un montón de cobertura periodística y que, en realidad, uno no sabe realmente lo que está pasando ahí adentro. Y uno tiene confianza, está educado en esta idea medio CSI: si encontraron huellas, encontraron ADN, un perro olió algo, uno cree esa parte.
Y cuando leés Inocentes empezás a darte cuenta de que las cosas son un poco más complejas y que tenés que ser un poco menos crédulo ante estas cosas. Y eso es parte de una formación que necesitamos como sociedad: tener mejores herramientas para entender lo que está pasando.
Cuando los expedientes no cuentan toda la historia
Todos tenemos construida una idea sobre cómo funciona el sistema de justicia. El tema no nos es ajeno. Sin embargo, la mayoría de los acercamientos están mediados por una ficción que construimos, ayudados por casos famosos, series, películas y los medios de comunicación. Es una forma más distante, y posiblemente más fácil, de ver ese abismo que intuimos complejo.
Pablo Esteban, el autor del libro, nos invita a bajar algunas barreras y espantar algunos fantasmas, a pararnos en un cruce complejo en donde fácilmente colisionan la justicia, la ciencia y el periodismo. Pero es esta mirada sobre lo que sale mal lo que nos permite construir un mapa inicial desde el cual empezar a transitar este laberinto. Quizás veamos luz al final del camino.
IPA: ¿Cómo ves el vínculo entre ciencia y derecho?
Pablo Esteban: Me parece que hay un montón de vínculos entre la ciencia y el derecho si uno lo piensa un segundo. En definitiva, lo que hace la gente que se dedica a la ciencia y lo que hace la gente que se dedica al derecho es explorar, ir detrás de huellas. En definitiva, somos cazadores recolectores que están buscando un camino por donde se va escabullendo eso que los humanos llamamos verdad. Así que tienen un montón en común y tienen algunas cosas que son bien distintas.
La justicia todo el tiempo quiere la verdad, busca la verdad y la ciencia todo el tiempo le está diciendo “no existe la verdad, la verdad no te la puedo dar porque es algo inalcanzable”. La ciencia es algo así como una conversación infinita, cuando vos investigás algo y hallás algo estás corriendo la frontera de lo posible. Pero ese nuevo hallazgo lo que hace es abrir nuevas preguntas todo el tiempo. La justicia, por su parte, necesita respuestas, necesita fallos, algo que cae como una guillotina, que funciona como un punto de inflexión. Y eso hace que se construyan enfoques epistemológicos que son totalmente distintos. ¿De qué manera la ciencia piensa el conocimiento como una construcción? ¿De qué manera el derecho piensa el conocimiento como algo que tiene que aportar per se, como un instrumento para llegar a una pretensión de verdad?
Para este libro en donde trato de cruzar ciencia y justicia, ponerme un lente y otro, trato de acercarme con mucha curiosidad y sobre todo con la humildad periodística. ¿Qué es eso? Uno ve todo el tiempo periodistas que son de todo menos humildes. Pero bueno, tiene que ver con el hecho de querer conocer, asumiendo que uno es ignorante.
IPA: ¿Cuáles fueron los retos más importantes al acercarte a la investigación y escritura de este libro?
PE: Yo me metí como un completo desconocido al mundo del derecho: hablar con abogados, ponerme a leer un montonazo de leyes, amicus curiae, ver audiencias, estudiar procesos de investigación, descifrar cuál es el lenguaje de la gente que labura en el campo judicial. Yo me sentía como un nene.
Entonces, el proceso del libro fue, en definitiva, eso: ir aprendiendo, irse agarrando de la mano de diferentes personas, diferentes libros, diferentes conocimientos e ir haciendo un camino que no es perfecto. Un libro no es perfecto pero sí es una búsqueda que rápidamente se transformó en un laburo colectivo, una gran polifonía y una gran mezcla de voces.
IPA: ¿Crees que esta temática está en agenda? ¿La gente sabe que hay presos que son inocentes?
PE: Yo creo que no es un tema que la gente piensa, ni siquiera pienso que sea un tema tabú. En general, cuando se crea un tabú es como que el poder discursivo, va revistiendo de ciertas capas de sedimento algo para que algo no se conozca tal cual es. Pero, con los presos y la cárcel no pasa eso. No hay ejercicio de crear un tabú. Porque en realidad no le interesa a nadie.
Una muestra de que no le interesa a nadie es que no hay datos, no hay números: no sabemos cuántos presos inocentes tenés en Argentina. Es un dato súper elocuente, ¿no?
Entonces, cuando yo le decía a la gente “estoy escribiendo un libro sobre presos inocentes”, me preguntaban “¿cómo caíste en eso?” Como si hubiese caído en alguna adicción, ¿viste? (risas). Así que, a priori, no es un tema sobre el que todo el mundo hable. Lo que yo creo y confío es que es un libro que no se había escrito todavía, que recorre un montón y que incorpora un montón de voces.
IPA: ¿Qué imaginarios sociales operan cuando se introduce una prueba científica en un juicio penal?
PE: ¿Cómo accedes a conocer lo que pasa en una comisaría, en una cárcel? A través de Policías en acción. Mucha gente conoce una cárcel por primera vez luego de ver El Marginal, o sea, lo que tenemos son relatos hiper estigmatizantes, hiper espectaculares, hiper lejanos de la realidad. Sobre eso construimos sentidos comunes y, después, sobre eso decimos “ese negro de mierda hay que meterlo en cana”.
Yo me he encontrado con que la gente —esa entidad que llamamos gente— cree que la ciencia resuelve absolutamente todo. ¿Por qué? Porque la ciencia en el mundo es garantía de confianza. La ciencia es de las pocas instituciones de las cuales no se duda tanto. De la justicia se duda, del Estado se duda, de la familia se duda. Se cayeron todos los grandes relatos. De la ciencia no se duda tanto. De hecho, las marcas usan todo el tiempo a la ciencia —a los científicos, a los guardapolvos, a las matrículas— para vender más productos.
Y se piensa que trasladando la ciencia a una práctica que tiene que ver con la investigación penal va a solucionar absolutamente todo. Y la realidad es que no, porque como decíamos al comienzo, muchas veces las herramientas científicas instalan más preguntas que respuestas.
Ni siquiera la genética, que probablemente sea la ciencia forense que más se acerca a un altísimo grado de certeza, tiene un 100% de eficacia.
Por eso en el libro yo digo que hay peritos caninos que dicen que la odorología forense tiene un 100% de eficacia al identificar olores de personas que estuvieron en un lugar determinado en un momento determinado. Y eso es cualquier cosa. Basta con que hables con algún especialista para que te diga que no es tan así.
La ciencia siempre te va a decir que no existen verdades absolutas. Pero el imaginario que nosotros tenemos de ciencia, que también se traslada a lo judicial, es totalmente distinto. La ciencia lo tiene que saber todo. Después el golpe es muy fuerte cuando te dice “che, no estoy tan seguro de que este tipo haya sido el criminal que ustedes están buscando”. Desde la justicia: ¿cómo abrazas la duda? ¿Cómo te manejas con la duda?
Ahí está el punto donde me parece que chocan los dos mundos. La justicia no entiende muy bien lo que puede aportar la ciencia, las herramientas híper valiosas que tienen que ver con la duda, con el escepticismo, con la rigurosidad. Y muchas veces se le pide quizás alguna ayuda que la ciencia no está capacitada para dar.
IPA: En el libro dedicaste un espacio a pensar el cruce entre ciencia, periodismo y sistema judicial, ¿cuál creés que es la responsabilidad del periodismo cuando cubre casos donde se mezcla ciencia y derecho penal?
PE: Me parece que el periodismo sigue siendo un gran constructor de realidad. Buena parte de la sociedad accede a los casos a través de lo que pueda decir un periodista. Lo que sucede con los periodistas es que muchas veces acusan. No son comunicadores, se transforman en jueces, estigmatizan porque la espectacularización, el morbo, garpa.
Los medios amplían las ficciones imaginadas todo el tiempo. Pero le dan una vuelta más, se sobregiran, se pasan de mambo con cosas hipersensibles. Y al final no pasa nada porque si vos a una persona que es totalmente inocente le decís “la reina de martillo”, mañana le decís “la reina de la paz” y nadie se va a acordar.
IPA: ¿Cómo definirías tu libro?
PE: Inocentes: La ciencia forense en el laberinto judicial es un libro que plantea más dudas que certezas, que recorre un montón de casos. Algunos pueden resultar fuertes porque recordemos que estamos hablando de gente, personas inocentes que estuvieron o están privadas de su libertad y, a priori, la hipótesis es que es de manera injusta y eso es un montón porque no tenemos ni idea, los que nunca pisamos una cárcel, cómo es vivir en una.
Entonces me parece que es un libro que trata de instalar esto: que existen instituciones llamadas cárceles, dentro de esas cárceles hay un montón de gente que hizo macanas y un montón de gente que no. Tenemos que saberlo. Y tenemos esta máquina judicial que funciona básicamente para encontrar respuestas. Y muchas veces las respuestas que esperamos no están. La ciencia muestra que las respuestas no están.
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