Entrevistas
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Imaginemos una historia: ocurre un robo en un barrio. Se encuentra una gorra en la escena del crimen. Esa gorra es bastante rara, solo pocas personas la tienen. La policía busca en el barrio y encuentra a Martín, que usaba una gorra igual.
El fiscal razona: “¡Es casi imposible que alguien tenga esa gorra! Por lo tanto, Martín debe ser el ladrón”. Suena lógico el pensamiento pero, ¿falta algo?
Ahora imaginemos que en el barrio descubrimos que hay cinco personas con la misma gorra rara. Aunque no es común, no es única. Martín podría tenerla y, aun así, no haber cometido el crimen.
Tener esa gorra no lo hace culpable automáticamente. Es solo una pista, no una prueba definitiva.
Así deberían interpretarse las coincidencias de ADN para evitar errores judiciales… o al menos, así debería funcionar según Carlos Vullo, director del laboratorio de genética forense del Equipo de Antropología Forense (EAAF).
Vullo trabaja desde hace más de 20 años en la identificación de personas desaparecidas. Conversamos con él sobre genes, match y falacias que pueden llevar a condenas erradas, en el complicado encuentro entre la justicia y la ciencia genética.
IPA: Hay una idea muy común de que la coincidencia en una peritación genética significa la resolución inmediata de un caso. Cuando un perito genetista se enfrenta a un tribunal, ¿cuál es la expectativa en general? ¿Qué piden los tribunales?
Vullo: En general la expectativa es resolver el caso al estilo CSI, pero todo depende del contexto.
Para empezar, en genética debemos evaluar lo que se llama un "match por azar", que se refiere a una coincidencia en el ADN que ocurre simplemente debido a la probabilidad. Los genes no son únicos en las poblaciones. El color de ojos está codificado genéticamente y obviamente no hay un color único para cada persona. Dos individuos pueden compartir algunos segmentos de ADN idénticos por casualidad, especialmente si pertenecen a la misma población o están emparentados.
Nosotros, al hacer un peritaje, debemos calcular la probabilidad de error que es, en definitiva, la probabilidad de que la coincidencia que estamos observando sea por azar.
Pero además, es importante definir cuál es el ADN relevante y sobre qué material lo voy a encontrar. Permitime darte un ejemplo: si en tu casa se comete un crimen y vos sos la sospechosa de haberlo cometido, tu casa va a estar llena de tu ADN. De modo que hay ADN no relevante para el caso que se investiga. Pero también puede haber ADN que sea relevante, y que puede llegar a aportar información a la causa y hay otro que no lo es, llamado background, o ADN de fondo. La tarea del genetista es determinar de quién pudo provenir un determinado material biológico, pero no cómo llegó ese material allí: esto último es materia de fiscales, jueces e investigadores.
Está claro que en una violación lo más importante es peritar a la víctima o evidencias asociadas al delito para investigar si hay ADN de algún aportante. Si nosotros tenemos un sospechoso, vamos a comparar el material que hemos recuperado en la víctima o en evidencias de interés —una mancha de semen, o saliva en una sábana— con el perfil genético de ese sospechoso. El resultado puede ser no coincidente: en ese caso la conclusión es que el sospechoso no pudo haber aportado ese material a la escena, y nada más. No significa que no cometió el delito, pero esa evidencia no lo inculpa. Pero si el material es coincidente con el sospechoso nos da información muy valiosa. Entonces podemos cuantificar las probabilidades bajo dos supuestos, el supuesto de la fiscalía y el supuesto de la defensa, para dar respuesta a las dos hipótesis. En definitiva, establecer la probabilidad de hallar un perfil genético coincidente entre el semen recuperado y el sospechoso, bajo el supuesto que fue aportado por el sospechoso (fiscalía), o bajo el supuesto de que fue aportado por otra persona de la población y que coincide con el sospechoso por azar (defensa). Esto es en definitiva la “cuantificación del error”.
En el ejemplo de la violación, ¿qué va a decir el fiscal? Esa mancha de semen que hay en esa sábana coincide con el sospechoso porque él la aportó. ¿Y la defensa qué va decir? No, mi defendido no dejó la mancha, ésta coincide por azar y es otro individuo quien la dejó. Nuestro objetivo es definir cuántas veces más probable es la mancha si la hipótesis de la fiscalía es cierta. Aquí es importante detenernos: fijate que yo te estoy diciendo “cuántas veces es más probable la mancha” bajo distintos supuestos; a los genetistas nos interesa la mancha, es decir, la evidencia. Entonces ¿cuántas veces es más probable encontrar el perfil genético de la mancha si el sospechoso la dejó, que si la dejó otro individuo? Entonces yo digo “1 millón a 1” y eso significa que es un millón de veces contra 1 más probable si la mancha la dejó el sospechoso, pero uso siempre el verbo en condicional, el “si”. Que no es lo mismo que decir que el sospechoso es 1 millón de veces más probable que sea el aportante, eso lo tiene que decir el fiscal evaluando esa u otras evidencias.
A nosotros nos interesa la probabilidad de la evidencia y a él la probabilidad de culpabilidad basada en la evidencia. Parece un juego de palabras y es muy fina la diferencia, pero si uno no define claramente esos roles, se puede invertir el rol del perito y del jurista. A partir de esto, se puede caer en una de dos falacias: la falacia del fiscal o la falacia de la defensa.
IPA: Hablemos un poco más en detalle sobre estas falacias.
Vullo: Empecemos por la falacia del fiscal. Supongamos que nosotros tenemos una mancha que coincide con un sospechoso y es 1 millón a favor, si la hipótesis del fiscal es cierta (es decir, si el sospechoso es el aportante) contra 1 si el aportante fue otra persona. Entonces, el fiscal puede llegar a razonar “si la coincidencia por azar es 1 en 1 millón, es solo 1 en 1 millón la probabilidad de inocencia”. Esa es la falacia del fiscal porque la probabilidad de la evidencia no es igual a la probabilidad de culpabilidad.
Y, por otro lado, tenemos la falacia de la defensa. Supongamos que el crimen se produjo en Buenos Aires con el resultado de 1 millón a favor y 1 contra. La defensa puede razonar “bueno, si hay posibilidad de 1 en 1 millón de que otro hombre pudo haber aportado la evidencia, en Buenos Aires —que tiene 16 millones de personas— habría 16 aportantes posibles”. Eso también se llama la falacia de la defensa porque en realidad hay uno o unos pocos imputados asociados al delito.
Entonces, por más que uno exprese claramente el resultado, fácilmente se puede caer en cualquiera de las dos falacias. En eso hay que tener muchísimo cuidado. Hay que centrarse en decir “la probabilidad de esta evidencia es tal”.
Por otro lado ese hallazgo debe ser analizado en el contexto de la escena del delito. Por ejemplo, yo toco un teléfono y mañana aparece mi ADN en ese teléfono en una escena del crimen y alguien puede pensar que yo estuve ahí. Sin embargo no, yo toqué el teléfono acá, jamás entré a ese lugar. Sería una transferencia secundaria de mi ADN a la escena del delito.
IPA: Habló de la necesidad de cuantificar el error, ¿por qué es importante?
Vullo: La cuantificación del error es inherente al estudio genético, porque la respuesta es siempre la probabilidad de la evidencia bajo dos hipótesis excluyentes, fiscalía y defensa. Una dice “el señor aportó la mancha” y la otra dice “no, él no la aportó, la aportó un tercero y coincide por azar”. La cuantificación del error en parte se basa en definir cuán frecuente es el perfil genético de esa mancha. Si es muy infrecuente, la probabilidad de la coincidencia por azar es muy baja y viceversa.
IPA: ¿Qué implicaciones hay si, tras ese match positivo, no se realiza esa probabilidad estadística?
Vullo: Si no se plantea la probabilidad del error simplemente se daría un resultado fácticamente, se evaluaría solamente la hipótesis del fiscal. No se evaluarían las dos hipótesis bajo el estándar de la probabilidad. Simplemente yo le diría al juez “señor juez, el sospechoso coincide”. Y nada más. Entonces el juez fallaría diciendo “ah, coincide, por lo tanto es el aportante”. No se está evaluando la postura de la defensa en el sentido de que también puede coincidir por azar.
Se estaría evaluando solamente la hipótesis del fiscal, y por lo tanto la peritación sería deficiente. Todo peritaje genético debe tener una probabilidad de error bajo el estándar de la estadística, siempre.
Otro tema son los errores humanos que puede haber en los laboratorios de genética forense. Mientras trabaje el ser humano, siempre existe la posibilidad de que se cometan errores.
Para reducir esos riesgos, los laboratorios han ido evolucionando a estándares en los cuáles hay diferentes sectores donde se va a procesar cada muestra. Por ejemplo, nunca se trabaja en el mismo espacio con la muestra del sospechoso y la evidencia recuperada en la escena, para evitar cruces accidentales de muestras o contaminaciones. Hay laboratorios para evidencias, donde se procesan solo las evidencias de una causa y hay otro laboratorio donde se procesan las referencias, es decir, las muestras que uno sabe de quién provienen.
El ejemplo más emblemático de esta posibilidad de error humano, contaminación o cruce de muestras es el caso de O.J. Simpson. En aquella época, las muestras se procesaban en paralelo para comparar perfiles genéticos. Aunque la prueba genética coincidía, la defensa logró poner en duda la trazabilidad de las muestras al sugerir que el perito podría haber sembrado dos veces las muestras del sospechoso, en paralelo, contaminado o cruzado las muestras en vez de haber puesto la muestra de referencia del sospechoso en un lugar y la evidencia en otro.
La pregunta fue “¿usted se pudo haber equivocado?” —“No, yo no me equivoqué, acá puse la evidencia y acá la referencia”. —Pero ¿se pudo haber equivocado? Eso descalificó el valor de la prueba genética. Hoy todos los laboratorios procesan las evidencias en un laboratorio y en otro procesan las referencias y recién ahí las comparan, para ver si coinciden o no.
IPA: Ya hablamos de cuantificación del error estadístico, de achicar al mínimo la posibilidad de error humano. ¿Qué otros factores pueden afectar el trabajo de un genetista, sobre todo cuando esta labor se realiza en el ámbito penal?
Vullo: Yo diría que el problema más grande que tenemos los genetistas forenses es la calidad del material con el que tenemos que trabajar. El material puede estar sucio, degradado, contaminado, o ser muy escaso, o puede ser una mezcla. Y nosotros trabajamos con equipos que son cada día más sensibles, que permite analizar cantidades más diminutas de ADN y más degradado. ¿Sirve? Sí, es como tener una Ferrari. Pero tenés que tener nafta premium para conducir una Ferrari. Necesitamos fijar estándares para que los resultados que salgan de este tipo de nuevas tecnologías sean universalmente aceptados en el mundo científico de la genética forense.
Y para esto necesitamos considerar que el material sea factible de analizar, que no esté contaminado, que no esté degradado. En medicina genómica es muy fácil tomar una muestra de 10 mililitros de una persona y obtener una cantidad grande de ADN muy bien preservado. Pero en una escena del crimen puede haber mezclas, puede haber varios aportantes, trazas de ADN, o ADN degradado o puede haber —como mencioné— transferencias secundarias.
En el caso del material degradado, en vez de obtener resultados de veinticinco marcadores genéticos —que son los que usamos hoy— tal vez yo recupero solo información de tres. Eso hace que ese perfil genético no individualice con facilidad porque puede dar coincidencia con un sospechoso, pero también pueden dar coincidencia con muchas otras personas: el perfil genético es parcial y poco discriminativo. Esto significa que hay poca información genética para cotejar.
Otro tema es cuando uno tiene una mezcla de material genético. En general en mezclas donde hay más de tres o cuatro aportantes los laboratorios no las cotejan porque involucran a una cantidad enorme de gente de la población y no permite excluir a personas falsamente acusadas. Una mezcla con muchos aportantes podría incluirnos a nosotros dos también. Tal vez los sospechosos o el sospechoso no sean los aportantes de esa mezcla y caigan dentro de ese gran grupo de población. Imagínate que yo te dije “mirá, la mancha es grupo 0+A”. Estoy excluyendo los B y los AB nada más, es decir que el 80% de la población no podría ser excluido en esa mezcla.
IPA: Si pensamos en mejorar la relación actual entre la genética y su uso dentro del sistema penal, ¿qué cuestiones se deben de tener en consideración?
Vullo: Esencialmente, yo lo resumiría en 3 o 4 puntos. Primero, calidad: la necesidad de acreditar los laboratorios dentro de normas de calidad. Segundo, expertise. Tercero, formación profesional contínua. Por último, integración en el sistema judicial, en el sentido de que hay que saber comunicar y apoyarse en otras disciplinas forenses. La genética forense es poderosísima como ciencia y muchas veces es única para resolver determinados crímenes o determinadas situaciones en distintos escenarios.
Y, específicamente en Argentina, que es un país extenso y en el que hay muchos laboratorios de genética forense que pueden ser excelentes, sería muy interesante que se forme una red de genética forense que integre a los laboratorios bajo los mismos estándares y facilite el trabajo cooperativo como se está intentando.
IPA: ¿Qué dificultades podemos contemplar cuando se debe comunicar resultados de una peritación genética a un tribunal que no es experto y que efectivamente maneja otro lenguaje?
Vullo: Un informe de genética forense debe tener un modelo claro, que tenga la descripción de los antecedentes del caso, la introducción o el ingreso del material de estudio, una buena descripción de los materiales y métodos de análisis utilizados y mostrar claramente todos los hallazgos genéticos en los resultados. Asimismo debe tener una valoración estadística como ya mencionamos considerando las distintas posturas de fiscalía y defensa. Luego, la interpretación de esos resultados, de una forma clara pero sin perder la estrictez científica. Eso me parece que es importantísimo.
Comunicar eso es realmente un desafío. Hay muchos capítulos en libros de genética forense que han tratado el tópico de la comunicación porque en genética forense el resultado, para ser estricto, tiene que cuantificar el error —como explicamos antes— y este se cuantifica desde el estándar de la probabilidad, que trabaja con matemática y estadística. Y los juristas, al pertenecer a las ciencias sociales, muchas veces no entienden sobre probabilidad y estadística. Esa falencia hace que, muchas veces, el genetista tenga dificultad para comunicar con claridad al tribunal, y el tribunal para entender, sin romper los estándares de la ciencia.
IPA: ¿Hay algunas técnicas o métodos que ofrecen mayor credibilidad?
Vullo: Los métodos en genética forense a nivel mundial son bastante homogéneos. Casi todos los laboratorios usan estos equipos. Y las compañías comerciales producen kits que analizan los mismos marcadores genéticos, para evitar comparar peras con manzanas y poder comparar perfiles genéticos en cualquier parte del mundo. En líneas generales, los marcadores genéticos que pueden individualizar a una persona son los marcadores nucleares autosómicos, heredados un 50% de cada progenitor y están en el núcleo de las células.
Hay otros marcadores como los del cromosoma “Y”, que tambien es ADN nuclear pero no individualiza a una persona, sino a un linaje masculino. Es muy útil en casos de delitos contra la libertad sexual en víctimas femeninas ya que las mujeres son XX y no tienen el genoma Y, de modo que en mezclas entre víctima y sospechoso masculinos, el cromosoma Y puede ser de utilidad.
Pero hay que tener mucho cuidado porque el cromosoma “Y” determina un linaje paterno: yo tengo el mismo cromosoma “Y” que mi padre y tengo el mismo cromosoma “Y” que mis hermanos y mis hijos varones. No identifica a una persona. Ahora ¿se pueden usar en causas penales? Sí es útil para excluir a un sospechoso que no aportó a la evidencia. ¿Puedo identificar al sospechoso? No, porque identifica a todo el linaje paterno. Si hay dos sospechosos emparentados por vía paterna, tendrán el mismo cromosoma-Y y no podré distinguirlos. Pero si hay dos sospechosos no emparentados por línea paterna, se puede excluir a uno de ellos por no coincidir y tal vez no al otro. La defensa podría argumentar que cualquier varón de ese linaje podría ser el aportante pero, ¿todo el resto del linaje masculino estuvo en la escena del crimen? Obviamente depende del contexto. El uso de un determinado marcador genético puede tener sentido en determinado contexto. Por eso los marcadores autosómicos nucleares biparentales son los que si individualizan a una persona y no el cromosoma-Y el cual no distingue a varones del mismo linaje.
IPA: ¿Cómo hacemos para subsanar esa distancia entre lo que busca lo penal, lo que están preguntando los jueces y fiscales y lo que realmente pueden ofrecer ustedes, desde la ciencia genética? ¿Qué es lo que hace falta ahí?
Vullo: Más comunicación entre técnicos y juristas, más formación de los juristas, más cursos. Porque así como un genetista habla un lenguaje difícil, una persona que hace radioisótopos también habla un lenguaje difícil para muchos.
Entonces lo que importa es dar cursos de formación a quienes van a ejercer en fiscalías, jueces y abogados en general. Yo creo que en Argentina falta mucha más formación e intercomunicación entre técnicos y juristas. El Equipo Argentino de Antropología Forense tiene una escuela permanente, que está enfocada a juristas, a las ciencias forenses y también a periodistas — para que comuniquen muy bien, porque muchas veces la mala comunicación puede generar una idea completamente tergiversada de un hecho y los propios jurados toman esa información periodística para formar su opinión personal, y a veces también hasta los juristas—.
IPA: ¿Podemos hablar sobre la acreditación de laboratorios en Argentina? ¿Hay procesos de acreditación? ¿Se están haciendo?
Vullo: En Argentina hay pocos laboratorios de genética forense que estén acreditados. En este momento hay 4. Y hay que tener claro qué significa la acreditación, pues esta no significa que por estar acreditado uno pasa a estar sentado a la diestra de dios.
Primero porque en realidad uno no acredita al laboratorio, acredita procesos. Yo puedo acreditar ciertos estudios genéticos que son para mí los más importantes y esto genera toda una estructura de gestión de calidad, de auditorías internas y externas de calidad para detectar desvíos, evaluación y formación continua del personal y también generación de oportunidades de mejora del laboratorio.
Yo creo que en Argentina falta mucho. Siempre pongo como ejemplo a Colombia, un país emblemático en América del Sur, ya que fue el primero en acreditar los procesos en todos sus laboratorios de la red estatal, y creo que eso le dio a Colombia supremacía en América Latina respecto de lo que es la acreditación de laboratorios. Argentina tiene esa asignatura pendiente, pero va por ese camino.
IPA: Para cerrar, ¿qué le dirías a un público más general que creció viendo a los investigadores de CSI resolviendo crímenes?
Vullo: Los genetistas forenses y los científicos forenses utilizamos estas series famosas como el emblema de lo que no pasa en realidad. Allí en 15 minutos tienen el resultado del laboratorio genético e identifican directamente al culpable. Encima son todos bonitos los que trabajan allí, lo cual no es la realidad de a pie (risas).
Siempre hablamos de que el efecto CSI puede operar mucho en jurados populares y también, desgraciadamente muchas veces, influye sobre el rol de los jueces y fiscales. Lo que tenemos que tener claro es que la genética no siempre resuelve todo. La genética puede no ofrecer resultados concluyentes, el material puede estar demasiado degradado, o apenas trazas de ADN que no permiten obtener un perfil genético de calidad, o podemos tener una mezcla de tantos individuos que no podemos comparar ese perfil mixto.
También depende de la complejidad y la cantidad de casos. Hay veces en que los fiscales entran a un lugar y levantan 50 evidencias en una escena del crimen. No podemos procesar 50 evidencias. Eso tenemos que tenerlo claro. Hay que priorizar las evidencias “relevantes” como ya se dijo.
En nuestro trabajo en el Equipo Argentino de Antropología Forense, en donde hacemos identificación de desaparecidos, hay gente que hace 30 años que dio su muestra de sangre y todavía no le podemos devolver a su ser querido porque no lo hemos encontrado. Como pasa en Colombia, como pasa en México, en muchos países en los cuales sabemos cuándo empieza un proceso de identificación de un desaparecido pero no sabemos cuándo termina.
La genética no siempre tiene las respuestas como lo vemos en las series de televisión. No es mágica. Es una herramienta muy poderosa, y muchas veces es la única herramienta que puede resolver el caso, pero siempre hay que verla dentro del contexto del caso.